#78 Sobre 2024,el mejor año de mi vida y el foco de 2025

Mi mentalidad para 2025 es clara: "no tengo tiempo para tonterías". Feliz año a todos y aprovechar la oferta de suscripción.

#78 Sobre 2024,el mejor año de mi vida y el foco de 2025

El balance de cada año me gusta hacerlo una vez ha acabado, esperar hasta pasado el 31 de diciembre y entrado el siguiente, con todo atado y bien atado. No vaya a ser que la última noche del año traiga sorpresas, y nos dejemos algo importante que pueda cambiar por completo la percepción de las 8760 horas anteriores. Mi abuela, por ejemplo, nació la noche del 31 de diciembre hace 90 y pico años (no, no he tenido otro hijo este año). Y puestos a elegir, me gusta empezar a escribirlo desde la playa, con una cerveza en la mano a las 10 de la mañana del lunes, en una situación que se consideraría alcoholismo si no fuera porque es Cancún.

Sí os soy sincero, lo peor de 2024 es que se ha ido. Otra vez más, este año que acabamos de cerrar ha sido el mejor de mi vida. El podium sigue teniendo a 2019 y 2023, y se cae 2015 al cuarto lugar, mi año en Australia y cuando conocí a mi mujer, que se llama Alejandra por si no lo sabíais. De los últimos diez años, creo que todos tenemos 2020 y 2021 bastante abajo, mi 2016 no fue nada especial. Pero 2024 ha sido la hostia. Solo el hecho de haber sido padre ya lo hace mejor que cualquier otro, pero si le sumas que nunca me he sentido mejor con mi esposa, conmigo mismo y el año laboral que he tenido, es difícil bajarlo. Y sí, el anillo verde influye, pero mi vida va más allá de la NBA.

Aunque realmente da igual todo lo demás. Solo con Oliver, mi hijo, ya valía para colarlo arriba del todo. Es una de esas cosas que te dicen que te cambia la vida y sí, literalmente lo hace. Por completo. Desde su llegada al mundo, el 18 de junio de 2024 (22 horas después del anillo para quien esté contando), mi perspectiva de la vida ha cambiado mucho y eso me lleva a 2025 con una mentalidad muy diferente en todos los aspectos. El resumen rápido es “no tengo tiempo para tonterías”, lo que en inglés vendría a ser “I don’t give a fuck”. Y lo vais a ver en muchos aspectos de mi vida. Las prioridades han cambiado mucho, mis enfoques han evolucionado y la realidad es que atención está ahora en mi familia. Quiero pasar el máximo tiempo posible con mi mujer e hijo.

Por ejemplo, no tengo tiempo para tonterías en redes sociales. Voy a seguir haciendo mis cosas, pero si veo algo que no me gusta, lo diré, y me da igual. Si veo algo que está mal, lo diré. Sobre todo si tiene que ver con una mala praxis periodística, porque estoy un poco hasta los cojones de que la gente se salga con la suya ejerciendo mal esta bendita profesión tan denigrada por el público por culpa de manzanas podridas. Al contrario, si veo algo que me gusta, lo compartiré como casi siempre he hecho. Pero creo que he llegado a un punto de mi vida que me da igual si te enfadas por mi comentario y sobre todo, me da igual lo que pienses de mí. Trabajar en mi salud mental ha sido clave para llegar a este punto de indiferencia.

¿Me gustaría seguir escribiendo sobre NBA? Obvio, es mi sueño laboral y es algo que voy a intentar. Pero desde hace tiempo he entendido que no vivo para trabajar, sino al contrario: trabajo para tener la vida que quiero. Y no tengo tiempo para preocuparme por cosas que no puedo controlar en mi entorno: mi futuro laboral, mis oportunidades de trabajo, formar parte de medios de comunicación. Solo puedo controlar lo que produzco, lo que escribo, el nivel del contenido, y eso es lo que haré. Esa será mi punto de énfasis laboral, después de estar el máximo tiempo con mi familia. Mi marca son mis artículos, más allá del personaje que pueda ser en redes sociales — que creo que son dos ideas diferentes.

Por ser principio de año, os dejo una oferta del 30% para las suscripciones. Podéis utilizarla haciendo click aquí abajo. Mi mujer ha dicho que es la mejor newsletter de NBA que ha visto, y mi mujer siempre tiene razón.

Lo que algunos no sabéis es que escribir es una droga. Hay veces que cuando publico algunos artículos, o cuando estoy en el proceso de acabarlos, siento una adrenalina que se compara con muy pocas cosas. Tener el acceso a jugadores y entrenadores, poder escribir historias que nadie más os puede traer en español es una suerte, pero no se acerca a la sensación cuando la historia hace click y todo encaja. Esa llamada por teléfono para cuadrar un escrito, la declaración que te faltaba para darle color. Ese periódico de Wisconsin de 1961 que tiene la confirmación a la historia que tenías al 90%. Ese dato que corrobora que tus 1200 palabras, basadas en una idea, son ciertas y no una idea loca. Eso solo lo tiene el texto.

Ni el audio ni el vídeo es capaz de causarme esa sensación, al menos a mí. Soy un escritor de corazón, un alma vieja en un cuerpo de 32 años (47 si le preguntas a mis rodillas y tobillos). Por eso dejé, poco a poco, de hacer casi todo el contenido audiovisual y solo sobrevive Up and Under, y el pódcast de la newsletter, que sale cada vez que tengo ganas y una idea. Lo bueno de este año es que por ahora me voy a enfocar en mi newsletter. En octubre/noviembre primero, y para diciembre, mandé un calendario con contenido editorial que servía para vender el producto, y para prometer (y forzarme a hacer) contenido dentro de la locura de mi semana. Sin Relevo, sin tener que quedarme cada noche hasta las dos de la mañana, todo es distinto.

Porque ahora si quiero escribir sobre el caso Butler, lo haré aquí. Si quiero hablar del mercado de traspasos, lo haré aquí. Si quiero escribir un artículo de historia (tengo dos pendientes que os gustarán), lo haré aquí. Y si tengo una entrevista, la subiré aquí. Es mi casa, la que yo he formado solo con mi nombre y trabajo. Solo el año pasado os sumasteis casi 500 al proyecto, muchos de vosotros de pago, así que el objetivo para 2025 es duplicar esa cifra: conseguir 1000 suscriptores nuevos (y sí, algunos de pago por favor que quiero comer). Sería superar los 1800 (!). El resto de retos numéricos se quedan privados, por cierto. Pero lo que sé, seguro, es que le voy a dedicar, a nivel laboral, casi todos mis esfuerzos porque es mi bebé periodístico.

Aunque tengo un problema de ego de autor, y seguro que otros escritores (y/o creadores de contenido) me entienden: ¿cómo encontrar el equilibrio entre el contenido para los suscriptores de pago y no tener la sensación que un artículo increíble lo van a leer solo 100 personas? Porque los de pago merecen más, eso es una evidencia. Es algo que todavía tengo que trabajar y que quiero hablar con gente con el mismo problema. Sé que en Gigantes me lee muchísima gente, y suelo guardar lo mejor para ellos porque desde la revista siempre me han tratado genial, y porque escribir en Gigantes del Basket es un motivo de orgullo. Pero como escritor, mi deseo es que siempre mi contenido le llegue al máximo número de gente y ahora necesito trabajar en ello aquí, en la newsletter. Esa lucha mental viene este año.

Cierro con un par de conclusiones de 2024, laborales, que es lo que más os afecta. La primera, que la decisión que tomé de únicamente escribir es la correcta para mi vida, que lo adoro y me hace feliz. Y no me fuerza a pasar horas lejos de mi zona de confort creando un producto que sé que será mucho peor. Y sí, llegará a menos gente, pero llegará a quien me quiere consumir. Y la segunda, citando a Fred VanVleet, bet on yourself. 2025 será el año de apostar por un mismo. Como hizo Nacho Losilla primero, como ha hecho Andrés Weiss esta semana, dos cabras de esto. Por hacer lo que yo quiero, donde yo quiero, como yo quiero y porque yo quiero. Por poder escribir sobre la NBA, que sigue siendo mi sueño, comunicar sobre la mejor liga del mundo.

Feliz 2025, y como decía mi profesor favorito, sean felices y cambien el mundo.