#26 Sobre Steph Curry y la evolución del negacionismo histórico alrededor de su figura

Cumple 36. Y es momento de asumir que no volveremos a ver nada como él en la NBA, y que es mejor rendirse a la evidencia que seguir luchando en vano.

#26 Sobre Steph Curry y la evolución del negacionismo histórico alrededor de su figura

Esta semana Steph Curry cumplía 36 años. Lo hacía tomándose una semana de vacaciones por un esguince de tobillo mientras Golden State, con el play-in ya asegurado, buscaba mejorar la décima posición actual tras perder contra San Antonio y Chicago. Volvió y ganaron en Los Angeles, que no es casualidad. 36 años de los cuales 17 han sido en el foco de atención, los 15 en la NBA y sus dos últimos en Davidson, tiempo suficiente para intentar entender su figura, impacto, y cómo un jugador por debajo del 1,90 ha conseguido cambiar el baloncesto como muy pocos lo han hecho previamente. Esto es una oda a Steph Curry y la historia de como yo, una vez negacionista de su talento, tuve que asumir lo evidente. Estamos viendo algo único. 

Porque rendirse a Steph es hacerlo a la evidencia. Es, indiscutiblemente, uno de los quince mejores jugadores de la historia de la NBA. Ese es su suelo, y de ahí para arriba es el debate real. Por rendimiento, premios, vigencia y longevidad, y sobre todo por el impacto que ha tenido en el juego. No solo en la NBA, en el baloncesto como deporte. La explosión del triple era una cuestión de tiempo y optimización de recursos, de la llegada de la matemática avanzada al juego, pero Steph aceleró el proceso a golpe de récords, noches de diez o más triples y éxito continuo. Porque lo ha hecho ganando. Solo un equipo ha jugado más finales seguidas que estos Warriors: Boston entre 1957 y 1966, 10. 

Reducir a los números a Steph sería superfluo y muy vago, y sería hablar de una infinitésima parte de su legado. Un jugador especial que ha sido necesario entender en su totalidad para aceptar que no hay cajón en el que agruparlo históricamente. No es un base, no es solo un tirador o un jugador sin balón, ni una pieza central ofensiva capaz de liderar un ataque y al mismo tiempo es todo ello. Combinado y en su máximo esplendor. Porque también es el único jugador en anotar más de 400 triples en una temporada, dos veces máximo anotador de la NBA y el mejor jugador de la mejor dinastía que hemos visto este siglo, aunque solo tenga un MVP de las finales y llegara siete años demasiado tarde. 

Y al contrario, usar argumentos a su favor como el MVP unánime de 2016 sería engañar al sistema. Ha habido jugadores con mejores temporadas de Steph, pero la votación siempre se adapta al contexto. A la presencia de otras supernovas alrededor. Ese Curry en 2024 no sería unánime (o MVP) por la presencia de un serbio en Denver, igual que muchos otros merecieron ser unánimes previamente a Curry, pero cierto periodista de CNN primero y de Boston en 2013 lo evitaron. Shaq lo merecía igual que LeBron. Ni tan blanco, ni tan negro, hay que encontrar un punto intermedio para entender a Steph como fenómeno. Porque esa palabra sirve, en parte, para describir a Curry.

Lo decía Leandro Carranza en el último #UpAndUnder. Steph Curry fue el primer convertido en superestrella en la época de las redes sociales en vídeo. Hubo muchos antes que él, y LeBron ya era el mejor jugador de la liga cuando Twitter o Facebook dominaban el mundo, pero al mismo tiempo que Curry llegaron Vine, Instagram o YouTube. Sus highlights ocuparon las redes sociales de una manera que en 2016 me hicieron odiarle hasta el punto de ir con LeBron James en las finales. Entre el 73-9, Draymond Green y lo que la NBA había hecho sobre-vendiendo a Curry, me alegré en ese séptimo. Y pensé, iluso de mí, que estaba sobrevalorado cuando lo ponían con los más grandes. Qué hostia de realidad la mía, y que obligatorio es aceptarla. 

Nunca fui tan crítico como Dani Senabre, y de hecho en 2015 tengo un artículo donde dejo claro que los Splash Brothers son bastante mejores que John Wall y Bradley Beal (la web desapareció), en el clásico debate de aquel entonces. Pero para nada iba a pensar que ocho años después íbamos a estar todavía hablando de un jugador generacional cuyo impacto se puede ver incluso con él todavía jugando, en la propia NBA y fuera. En el deporte, en los niños que juegan a baloncesto en el parque de tu pueblo, en las camisetas que ves en la playa, en las redes sociales. Es Allen Iverson a nivel cultural si The Answer hubiera sido cuatro veces campeón, muchísimo más efectivo y hubiera estado en contra de construir casas para la población de clase media. Y cien veces mejor también. 

Explicaba en el último episodio (que ahora podéis ver en directo en Playback) que soy una persona persuasible: si tienes un argumento sólido, me puedes convencer de cualquier cosa. Y lo aplicaba a Steph y su lugar en la historia. Mi top-3 es fijo, pero hasta hace poco tenía un top-7 inamovible y si me lo vendes bien, te compro que Curry esté a la altura de Larry Bird, o Magic Johnson, Tim Duncan o Shaquille O’Neal. Mi top-25 está ordenado por tiers y Steph ya está en el tercero seguro. Insisto, si me traéis un argumento sólido, os compro cualquier locura entre Kareem y Duncan. Y os dejo aquí el top-25 para que rajéis a gusto. De no aguantarlo, de pensar que estaba sobrevalorado, a tenerlo top-10 y verle ganar unas finales ante mi equipo.

Es el proceso de siempre. Lo han explicado varias veces en Esto no es un pódcast de NBA y Javier R. Rodríguez aka Café de Rick. Naces, creces, eres subido a la cima como un héroe solo para ser destrozado y es lo que pasa después del escarnio público lo que te convierte en leyenda o no. Porque no todo el mundo lo aguanta. Steph lo hizo, con creces. Lo sigue haciendo, y es muy probable que tenga el fanbase más pesado de todo Twitter, pero hay algo en lo que tienen razón: es uno de los mejores jugadores que nunca ha pistado una pista de baloncesto. Y ha cambiado el juego por completo.

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#SPAM | El contenido de la semana:

🎥 Playback TV, desde esta semana estaré en Playback comentando partidos de la NBA en directo con imagen. Si no sabéis que es, os recomiendo echarle un ojo, en Playback | Ver aquí

🎥 Trash Nochados, un nuevo proyecto con Leandro Carranza, Nacho Losilla y Sergio Rabinal, en YouTube | Ver aquí

🎙 Up and Under, un pódcast de NBA, ahora en YouTube con Leandro Carranza | Cada semana Ver aquí

✍️ La NBA cambia el arbitraje. Los datos que demuestran el nuevo criterio, en Gigantes del Basket | 14 Marzo Leer aquí

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