#46 Sobre Kyrie, Boston y la historia de amor peor contada
Tres capítulos para explicar la relación entre Kyrie Irving, Boston Celtics y una historia de amor que acabó en un duro divorcio para los hijos.

Uno de los focos de las finales de la NBA va a ser, para sorpresa de nadie, Kyrie Irving. El base se reencuentra con una de sus ex-franquicias en la serie por el título, una de la que salió por la puerta de atrás y de la que ha sido villano desde entonces. Pero para entender la animadversión de los aficionados de los Celtics hacia Irving, hay que entender todo lo que pasó. Y los tres actos de Kyrie con Boston: su llegada, sus años de verde y su salida. He intentado, en orden cronológico, explicar los hechos entre jugador y franquicia, sin emoción, sin mucha pasión. Puramente descriptivo, los casi cinco años, de agosto de 2017 a abril de 2022 donde el fan de Boston se enamoró, cansó y odió a Irving. Pero primero dale a suscribir, que se vienen las finales.
Episodio 1. La llegada de Kyrie a Boston
Las finales de 2016 serán recordadas para siempre. El tapón de LeBron, el triple de Kyrie, el remontar un 3-1 en contra en un séptimo fuera de casa. Cleveland tocó el cielo y logró su primer anillo. No sabían en Ohio que apenas 365 días más tarde la historia iba a ser muy diferente. Con la llegada de Kevin Durant a los Warriors, Golden State se paseaba por la NBA rumbo a las finales donde esperaban otra vez los Cavaliers (tras ganarle 4-1 a los Celtics). Unas finales que no tenían guion, historia, narrativa ni nada. Los Warriors barrieron a su rival de la pista con un 4-1 donde la superioridad fue tan insultante como preocupante para la NBA. Fue tras esas finales cuando Kyrie Irving pedía salir de Cleveland para liderar su propio proyecto, para no ser el Robin de LeBron, el mejor Batman de la NBA.
El 21 de julio se hizo público que Kyrie Irving había pedido el traspaso. Fue Brian Windhorst, periodista de confianza de LeBron y los Cavs en aquella época, y justo se publicó cuando Irving estaba en China, en un tour de Nike. No existen las casualidades, por cierto. Salieron mil historias, mucho humo y pocas verdades. El propio jugador en su momento explicó que “fue la mejor decisión para mi carrera, sinceramente, porque no se trataba de ninguna persona en particular ni nada por el estilo. Era solo el tiempo adecuado. Puede que no pareciera el momento para los demás, pero para mí, era el momento" explicaba en Bleacher Report. La prensa tiró tanta mierda encima de Kyrie que la salida era la única opción pese a ser uno de los jugadores más importantes de la historia de Cleveland.

Y el 22 de agosto saltaba la notificación de Woj en teléfonos de todo el planeta. Recuerdo exactamente donde estaba. El tweet dice: “Cleveland y Boston están en conversaciones serias para un traspaso centrado en el guard All Star Kyrie Irving” publicado a las 18:16. Nueve minutos más tarde confirmaba el paquete que los Celtics iban a mandar, con Isaiah Thomas, Jae Crowder y picks, sin muchos detalles, y a los pocos minutos añadía a Ante Zizic. A las 19:59 por fin confirmaba que el traspaso era un éxito, y que Kyrie era nuevo jugador de los Celtics, y su siguiente tweet definía al base como “emocionado” y que Boston tendría una gran oportunidad de renovar a Kyrie. “Los Celtics han hecho el movimiento con la firme convicción de que se quedará”.
El traspaso no se pudo cerrar hasta ocho días más tarde oficialmente, el día 30. Cleveland mostró dudas con la salud de Isaiah Thomas, con problemas en la cadera, pero sabiendo que Irving había pedido el traspaso un mes atrás, era inviable echarse atrás. Los Celtics añadieron una segunda ronda extra que acabó siendo Skylar Mays y el movimiento fue oficialmente oficial. Kyrie llegaba a Boston, era presentado junto a Gordon Hayward en una frase que quedó para el recuerdo de los aficionados verdes. “It’s about to be crazy, G” decía Ky en su presentación. Y otra cosa no, pero una locura ha sido desde entonces. Lo bueno y lo malo, la relación de Kyrie Irving con los Celtics desde agosto de 2017 ha tenido de todo. Altos, bajos (muchos), lesiones, infecciones, declaraciones y dosis de drama inesperado.

Episodio 2. Sus años de verde
Hay muchas maneras de ganarse a la afición de los Celtics, pero Kyrie Irving eligió la más rápida y efectiva. En su tercer partido oficial, y el primero ante los Philadelphia 76ers, un aficionado de los Sixers con cámara en mano, le preguntó “¿Dónde está LeBron?” a lo que Irving, muy educadamente, le respondió “Suck my dick”. No lo pongáis en Google si no sabéis que significa, pero le invita a chupar una parte de su cuerpo. Boston, por cierto, estaba perdiendo por cuatro al descanso y acabó ganando, no solo ese partido, sino 16 consecutivos. Para un jugador que llegaba a cubrir el hueco dejado por Isaiah Thomas, en la pista y en los corazones de los aficionados, no valía con ser All Star; tenías que entender lo que significaba jugar para los Celtics. Insultar a un aficionado de los Sixers ayudó mucho.
Tras el partido contra Indiana, el 11 de marzo y donde jugó solo 15 minutos, Irving se perdió los siguientes cinco antes de que los Celtics anunciaran una cirugía. Kyrie pasó por quirófano para remover un alambre de tensión en la rodilla izquierda que se le había colocado tras la lesión de las finales de 2015. Le dieron un plazo de baja de tres a seis semanas, todo a menos de un mes de iniciar los playoffs. Pero los Celtics confiaban, con el seed #2 prácticamente cerrado, en poder tener a su base para las semifinales de conferencia. Doce días más tarde, Adrian Wojnarowski enterraba toda esperanza de Boston: “Kyrie se perderá lo que queda de temporada regular y los playoffs al completo”. Los dos tornillos implantados en 2015 tenían presencia de una bacteria y existía el riesgo de infección en la rodilla.
Con una operación mucho más invasiva, el tiempo de baja pasaba a ser 4-5 meses. Y el mensaje que dejaba en redes sociales era muy claro: “Esta temporada ha sido sólo una imagen de lo que está por venir de mí. Confiad en mí. El viaje de vuelta a la cima del Everest continúa” antes de despedirse en la off-season. En sus últimas declaraciones antes del verano, el 12 de junio, dejaba claro que firmar una extensión no tenía sentido (y tenía razón) desde el punto de vista financiero. “Estoy seguro de que la gerencia y yo tendremos una charla, pero esa conversación no va a pasar a corto plazo”. Irving podía firmar por $107 millones y cuatro años, o esperar a agencia libre y conseguir $80 millones más.
Insistió en ello en un evento especial con los abonados de los Celtics en una sesión de preguntas y respuestas. Con Brian Scalabrine actuando de entrevistador, Irving dijo, y cito textualmente: “Lo compartí con algunos de mis compañeros de equipo, así como con la organización y con todo el mundo en Boston: Si me aceptáis de nuevo, pienso volver a firmar aquí el año que viene”. Hizo hasta un anuncio con Nike sobre la posibilidad de que su camiseta fuera retirada en Boston (abajo está el vídeo). Y al día siguiente, al ser preguntado por la prensa, subía un nivel sus palabras.
«Tengo toda la intención de firmar por Boston el año que viene. Sueño con poner mi número 11 en las vigas algún día, si tengo la suerte de hacerlo. Me he dejado la piel, obviamente muchos grandes jugadores me han precedido, pero inscribir mi nombre en la tradición y la historia de los Boston Celtics es algo que me alegra poder hacer. Y pienso hacerlo».
Spoiler alert: no lo hizo. Su segundo año fue la temporada más complicada que se recuerda en Boston desde la muerte de Reggie Lewis o la era de Rick Pitino. Ese fue el impacto de Kyrie en Boston. Sus números bajaron ligeramente con la mayor experiencia de Jaylen Brown y Jayson Tatum o la vuelta de Gordon Hayward de la enfermería pero siguió siendo All Star y All NBA 2nd Team, llevando a los Celtics al cuarto lugar. Y todo eso en una temporada en la para que Kyrie Irving “el baloncesto era lo último en su mente”. Porque pasaron cosas en el vestuario de los Celtics, que se rompió por completo y estuvo a punto de arruinar el proyecto de los Jays, pero también en la vida del base.
Porque solo dos semanas después de anunciar que renovaría, el abuelo de Irving falleció. El 23 de octubre de 2018 exactamente. Irving, en el media day con Brooklyn al año siguiente, asumió la responsabilidad. “Me absorbió la alegría que tenía. No permitía que nadie se acercara y no tomé las medidas necesarias, no acudí al psicologo o terapia para afrontar la muerte de alguien tan cercano a mí. Nunca había lidiado con algo así”. Y dejaba claro que no había sido un buen líder de los jóvenes. “Mi relación con ellos, personalmente, era estupenda, pero en cuanto a ser un líder en ese entorno y reunir a todo el mundo, fracasé”.
Influyó que durante el All Star se le viera con Kevin Durant hablando en los pasillos. Irving negó rotundamente que estuvieran hablando de ello, pero en 2020 fue Kevin el que confirmó que esa reunión casual “solidificó que íbamos a ir a jugar juntos. No sabíamos donde todavía” explicaba. En 2021, Matt Sullivan publicaba un libro donde explicaba que incluso antes, en enero de 2019, Durant y Kyrie se encontraron en Boston en lo que fue la primera reunión para decidir que se irían juntos en agencia libre a un destino. Sullivan también alegó que otro de los motivos para que Irving decidiera dejar Boston fue la historia de racismo de la ciudad, poniendo como evidencia el caso de Bill Russell (en 1957, 60 años atrás). Un tema que volvió a sacar en 2021, antes de encontrarse con Boston en playoffs.
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Pero volviendo al año 2019, la temporada de Kyrie fuera de la pista fue para olvidar. En noviembre pidió un jugador veterano para la plantilla, en enero le pidió a los jóvenes que usaran mejor la cabeza (es la misma plantilla que llevó a Cleveland a un game-7 sin Kyrie nueve meses antes) y a partir de enero todo fue cuesta abajo. En enero llamó a LeBron a pedirle perdón por ser un joven arrogante, y en febrero ya despejaba balones al ser preguntado por su renovación y decía que “haré lo mejor para mi carrera, no le debo una mierda a nadie”. Sumado a la conversación con Durant en el All Star, donde se leía en sus labios “dos espacios para un máximo, es el momento”, todo apuntaba a que Kyrie era presente y pasado. Y su serie contra Milwaukee fue el final más triste posible.
Boston ganó sus cinco primeros partidos en playoffs con Irving promediando 23.2 y poniendo el 1-0 ante los Bucks tras barrer a Indiana, pero a la que vinieron los golpes, no supieron frenarlos. En el segundo partido se llevaron una paliza en Wisconsin, en el tercero Irving tiró 8/22 y tras decir que no volvería a tener una noche tan horrible en el tiro, firmó un todavía peor 7/22 en el cuarto. Su despedida del TD Garden como jugador verde. El quinto, otra paliza de Milwaukee, dejó un 6/21 en el tiro. En sus últimos cuatro partidos, cuatro derrotas, 19 puntos con 30.1% de tiro, 18.5% (!!) en el triple y 3.5 pérdidas. Y por supuesto, no cumplió su palabra. Kyrie no renovó y en junio, en cuanto se abrió la agencia libre, Irving firmó por Brooklyn. Pasado pisado que dirían los filósofos.

Episodio 3. Humos, dedos, despecho y un pisotón
Su idea siempre fue volver a casa, a Brooklyn. Irving nació en Melbourne pero creció en el Bronx, siendo fan de los Nets todavía en New Jersey, adorando a Jason Kidd y Vince Carter, y la franquicia le ofreció, además de muchísimo dinero, espacio para traer a su amigo Kevin Durant. No voy a entrar en la historia de Kyrie con el COVID, el movimiento Black Lives Matter o el hecho de compartir el link a una película antisemita (ya lo hice aquí), solo con lo que tenga relación con Boston y el jugador. En su primer año, por lesiones, Irving se perdió los tres partidos entre Brooklyn y los Celtics en 2019/20 por lo que el debut de Kyrie contra su exequipo no llegaría hasta su segundo año. Y en cada visita de los Nets, la afición cantaba contra el jugador desde el básico “Where is Kyrie?” a cosas algo menos bonitas.
Irving, al que le gusta entrar al trapo más que a mí en Twitter, respondió en sus redes sociales con un post tan largo como psicodélico donde protestaba contra los aficionados y los criticaba por no ver la vida como es. En su debut por fin en Boston, en la pretemporada de 2021 en un pabellón vacío, se le vio quemar algún tipo de hierba en el parqué antes del partido, algo que Irving insistió que hacía antes de cada encuentro (aunque nunca más se volvió a ver). Su objetivo era “limpiar las energías” y debió funcionar porque en 2021 los Nets se encontraron con Boston en playoffs y Brooklyn ganó 4-1. Una serie que se recuerda por tres cosas: la primera, por los 50 puntos de Tatum en un equipo con Evan Fournier y Romeo Langford titulares, sin Jaylen, Kemba y con Tristan Thompson como referencia interior. Las otras dos son más interesantes para entender esta historia.
Durante la serie, y con los Nets 2-0 arriba, Kyrie fue preguntado sobre la opción de jugar en un TD Garden repleto, y su respuesta apuntó directamente a un problema racial: “Espero que podamos hablar solo de baloncesto, que no haya beligerancia ni racismo, ni racismo sutil, ni gente gritando cosas desde la grada. Pero incluso si es así, es parte de la naturaleza del juego y yo sólo voy a centrarme en lo que podemos controlar". Como en su salida de Boston, volvió a apuntar al racismo y al ser preguntado si había experimentado racismo en primera persona dijo “no soy el único que puede dar fe de esto. Todo el mundo lo sabe”. Recordemos que el ejemplo que puso fue Bill Russell (otra vez recuerdo, 1957). Y tras el partido, cuando un aficionado le lanzó una botella, lo definió como racismo subyacente. “Tratar a la gente como si estuvieran en un zoo de humanos”.
Esa misma semana, cuando Estados Unidos abría las limitaciones por COVID en todo el país poco a poco (cada estado regulaba sus ciudades), aficionados en Philadelphia le lanzaron palomitas a Russell Westbrook, alguien escupió en Trae Young en el Madison Square Garden y presuntamente tres aficionados insultaron de manera racial a la familia de Ja Morant en Utah. A Kyrie le abuchearon cada vez que tocó el balón y especificamente cuando Irving decidió pisar el logo de los Celtics antes de irse a vestuario en media pista. Los Nets ganaron 4-1 antes de caer en semifinales con Irving lesionado. Ese triunfo de Brooklyn ante Boston fue la única victoria en una serie de playoffs, pero el destino, que es caprichoso y bastante hijo de puta a partes iguales, puso a Boston y Nets en otra primera ronda un año más tarde. Para entonces la historia era muy diferente.
Boston era favorito y Kyrie había definido a los Celtics como “una exnovia despechada, esperando una explicación por qué me fui y queriendo un mensaje de vuelta” decía en marzo. Boston ganó esa noche con 54 puntos de Tatum y 19 de Kyrie. Porque desde que Kyrie pisó el logo de los Celtics y ganó el siguiente partido, Irving está 0-10 ante los Celtics. Diez derrotas consecutivas, incluyendo un 0-4 en playoffs. Boston se vengó a lo grande, ganando el primer partido con un game winner de Tatum sobre Irving y una serie de highlights del jugador de los Nets que no dejaron indiferente a nadie. Cara de llorar, dedos al público, otro suck my dick que debe tener registrado. Se acabaron los Nets ese año y lo mandaron a Dallas donde parece que por fin ha encontrado serenidad y paz mental, lo que nunca pudo tener en Boston.
Es una pena que cuando los aficionados de los Celtics habíamos pasado página, pensando en el anillo, y parece que Irving nos había olvidado, el guionista de la NBA nos regala unas finales entre unos y otros.