#50 Sobre sueños cumplidos, el banner 18 y la larga espera
De 2008 a 2024 la vida ha cambiado mucho. Y nosotros con ella.

Los Boston Celtics son campeones de la NBA. Repite conmigo, despacio para que se entienda. Boston Celtics son campeones de la NBA. La franquicia del trébol verde, de origen irlandés, de viejo Garden y ahora, la franquicia de los 18 anillos. Tras 16 años de espera exactos, Boston recupera la hegemonía de la NBA y deja a los Lakers otra vez por detrás. El equipo de Jaylen Brown, Jayson Tatum, de Joe Mazzulla y Brad Stevens, y de mi corazón, vuelve a ser campeón de la NBA. Aunque hoy voy a escribir algo más personal, que por algo es mi newsletter.
Es imposible pensar en este anillo sin acordarse de Marcus Smart, de Danny Ainge, de Isaiah Thomas y de muchos otros que pasaron año tras año por las derrotas que han hecho de este banner todavía más dulce. Es inviable no mirar atrás y recordar la lesión de Kevin Garnett en 2009, aquel séptimo en el Staples un año más tarde o la exhibición de LeBron James en el sexto partido de las finales del Este en 2012. No se llega aquí sin perder un séptimo en casa contra los Cavaliers el año rookie de Jayson Tatum, o sin las durísimas derrotas de 2022 y 2023. Nunca se estuvo tan cerca, nunca había dolido tanto. Sin cada derrota, los Celtics no habrían llegado a este punto de urgencia, necesidad y apremio. Pero tampoco habrías aprendido tanto por el camino.
Porque es una cuestión de evolución, aprendizaje y mejora constante. Cada golpe, esperado o más sorpresivo, ejercía de enseñanza. Demasiadas lecciones como para llegar a otras finales y volver a cometer el mismo error. No solo los Jays han aprendido, comparando sus finales de 2022 con lo visto hasta ayer, nosotros hemos aprendido por el camino. La versión que teníamos en 2010 ni se acerca a la persona que soy hoy. 16 años son muchos, y por momentos se hicieron demasiado largos como para aguantarlo. Por momentos, cada derrota se sentía como un puñal directo al corazón y cada temporada dolía más y más.
He hecho este vídeo, un ensayo sobre la temporada de los Celtics. Son dos minutos que si queréis compartir, podéis hacer click aquí.
Mi buena memoria
Recuerdo que la madrugada del 18 de junio de 2010 leí en la web de MARCA que los Lakers habían sido campeones. El país entero celebraba el segundo anillo, pero por dentro yo me moría, y todavía no había empezado el bachillerato.
Recuerdo estar en la puerta de Nick Havanna, mítica discoteca de Barcelona, la noche que LeBron le metió 45 puntos a Boston en el TD Garden para ganar el sexto partido en 2012, a punto de acabar segundo de carrera. En la puerta con todos los fumadores (yo no) y cara de tonto con la exhibición de James.
Recuerdo también estar en casa de mi colega Victor, cuando todos mis amigos se fueron de fiesta, viendo a Al Horford eliminando a los Celtics en 2016, en la primera ronda todavía con Atlanta. Para entonces ya era un miembro más de la clase obrera cuya felicidad dependía de cinco hombres vestidos de verde. Hay más.
Recuerdo en 2017 que vi el Kelly Olynyk game, ante los Wizards en Bogotá, una semana antes de que Isaiah Thomas se lesionara para siempre. Todavía estaba en Bogotá, en el portal de casa de mis suegros, cuando leí sobre el traspaso de Kyrie a los Celtics.
Recuerdo ese verano el debut de los Jays, juntos, en Summer League. Lo vi en un hotel de Medellín. Mi mujer (por entonces mi novia) me miró como si fuera imbécil cuando le dije que quería ver un partido de la liga de verano.
Recuerdo que la lesión de Gordon Hayward también la vi con ella, escribiendo para Solobasket. De hecho fue ella quien gritó primero que se había partido la pierna, y luego levanté la cabeza — porque debía estar twitteando alguna tontería. Al contrario, la lesión de Kyrie me pilló en un autobús, meses más tarde, de Toronto a Ottawa.
Recuerdo que fue en la capital donde vi el séptimo de 2018. El de Tatum novato contra LeBron. Para entonces mi corazón y empezaba a acumular demasiadas desgracias.
Recuerdo que cuando Kyrie anunció que se iba, en Twitter, estaba en Starbucks trabajando. También estaba en Starbucks cuando anunciaron a Ime Udoka, por ejemplo. Trabajé tres años allí.
Recuerdo ver, encerrado en mi apartamento, la derrota contra Miami en el sexto partido de las finales de 2020. Y en 2022, las finales, en mi nuevo apartamento, haciendo Twitch con Leo Carranza después de cada partido. Era una tras otra, tras otra.
Recuerdo el séptimo de 2023 porque estaba en el TD Garden, porque tenía acreditación para las finales, pero solo si ganaba Boston. Si no se lesionaba Jayson Tatum en el primer minuto del partido tras remontar un 0-3. Para entonces dolía, pero ya había asumido que la derrota era parte del camino, que llegaba siempre. Hacía 15 años ya del último anillo. Recuerdo como empecé a dejar de sufrir tanto.
Recuerdo estar en mi oficina sentado, a altas horas de la madrugada, la noche que anunciaron el traspaso de Marcus Smart. Y como me sentí algo vacío por dentro.
Recuerdo todo eso, todos esos recuerdos, para que hoy sepa más dulce. Para que el banner 18, el primero en 16 años, tenga todavía más valor por todo lo que hemos tenido que pasar. Porque en 2010 todavía no había empezado la universidad y ahora he cumplido una década graduado. Porque cuando conocí a mi mujer Marcus Smart llevaba meses en Boston, y ahora lleva un año lejos. Porque he pasado por cuatro países, siete ciudades, muchos trabajos, pero he llegado aquí. Y soy una persona diferente, una que ha crecido con ellos, con cada derrota. Para que sepa más dulce.
Gracias a todos los que me habéis acompañado esta temporada. Entre todos los que os suscribáis con la oferta BANNER 18 sortearé una suscripción de por vida gratis. Para celebrar el anillo. Y entre todas las suscripciones gratuitas, sortearé 18 (buen número) personas que tendrán un mes gratis premium.