#71 Sobre acciones, gracias, y un pavo que no es
Por una noche, no tenemos que pensar en la NBA. Y cuando uno da rienda suelta a su cabeza, pasan cosas.

Esta madrugada es una de las pocas, entre finales de octubre y mediados de abril, que no hay NBA. Durante la locura que es la temporada regular, el poder pasar una noche entera sin tener que pensar en si Joel Embiid jugará o los Sixers van a seguir perdiendo para siempre es un lujo poco habitual. Uno al que no me quiero acostumbrar, para nada, pero que de vez en cuando se aprecia. Sé que cubrir esta liga es una bendición, lo he explicado mil veces y lo seguiré haciendo, pero al mismo tiempo es una maratón y la pausa de hidratación es necesaria. Para el cuerpo, por las horas de sueño, y para la cabeza, por desconectar por completo. Por eso Acción de Gracias llega en el momento perfecto para hacer balance. ¿De la NBA? Mejor, de la vida. Hoy se viene uno personal.
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Hoy jueves es, en Estados Unidos, el día de Acción de Gracias (en Canadá lo fue en octubre, antes de la temporada NBA). La pelota naranja la cambian por un pavo que cocinan durante horas para luego, todos en conjunto, decidir que el pavo es lo peor de la cena (no lo digo yo, en serio, lo piensan ellos). Que los acompañantes o el postre brillan más. Es una metáfora un poco de que no te puedes tomar en serio nada en los Estados Unidos, porque no puede ser que tu festividad más importante del año sea conocida por el pavo y el pobre pavo sea lo que menos ganas tengáis de comer. Da igual, que como siempre con estos posts, me voy por las ramas. Acción de Gracias sirve para eso, para dar las gracias.
Desde hace tres años, el día lo paso con varios amigos. Diferentes parejas, la mayoría con hijos, en el último festivo antes de Navidad. Y una de las tradiciones es, al acabar la comida, uno a uno explicar por qué das las gracias este año, los últimos 12 meses, de octubre a octubre. Imagino que la tradición la tienen casi todas las familias de Estados Unidos (y muchos otros en el resto del mundo en Navidad, igual), pero bueno, os lo explico igual. El primer año me pilló por sorpresa. El segundo, que hicimos la comida en mi casa, me lo preparé mucho tiempo, para no dejarme nada: mi esposa, mi familia y amigos, mi trabajo, mi salud (que estaba regulinchi entonces). Lo gracioso fue que ese día mi mujer ya estaba embarazada y no lo sabíamos.
Este año no pudimos hacerlo. Principalmente, porque tres de las parejas teníamos un bebé de seis meses o menos y otra estaba embarazada de ocho meses, así que fue todo un poco más caótico. Además, acabábamos de llegar de España, literalmente 20 horas antes, por lo que estábamos agotados y necesitábamos descansar. Pero apenas un mes y medio más tarde, y aprovechando que es Thanksgiving en el país vecino, quería compartirlo con vosotros. Porque creedme, los últimos 20 meses o así, tengo muchísimas cosas para dar las gracias en este mundo. Y sí, va más allá de lo que Brad Stevens y Joe Mazzulla han hecho con estos Celtics, pero está apuntado en la lista. Demasiadas horas de mi vida invertidas en ellos como para no tenerlo en cuenta.
Pero si hay que ir por orden, no podría estar aquí sin mi mujer. Lo de que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer se queda corto en mi caso. Se lo he dicho mil veces, y espero que lo sepa (y si no, está leyendo esto), pero soy la persona que soy por ella. Junto a Oliver, mi hijo de cinco meses, son lo mejor que me ha pasado en la vida y la diferencia cada día es más grande. Ella es la que acepta mis horarios horribles, hasta la madrugada cada noche viendo los partidos de la Costa Oeste, o la que nunca se quejó cuando yo hacía esto y no era mi trabajo, sino solo un sueño, un hobby. De eso hace mucho, por suerte, y ahora cuando me siento a escribir estoy trabajando. Ella me ha regalado una vida que jamás habría soñado.
El 2 de marzo hará 10 años que nos conocemos. Ella recuerda muy poco ese día, pero yo no. Lo que ha pasado desde entonces, con mudanzas entre continentes, cuatro países y una vida juntos, es más que lo que podría dar gracias en mil años de Acción de Gracias. Hasta las hipotecas con ella son mejores.
Pausa antes de seguir, que os quiero pedir un favor. Con el objetivo de mejorar el producto para el año que viene, os dejo el enlace a una encuesta con LITERALMENTE CUATRO preguntas para mejorar de un año al otro. Porque quiero seguir creciendo, invirtiendo horas y mejorar el producto, y eso solo lo puedo hacer con vosotros.
Doy las gracias por mi familia y amigos, porque he pasado por una vida solitaria, durante la pandemia sobre todo, y fue durísimo. Expliqué el otro día por encima como fue 2020 y 2021 en Canadá, todavía sin muchos amigos y solo con mi mujer, y no lo recomiendo. La vida es mucho mejor compartida, y soy de esas personas que se considera introvertida (creo que por eso dejé todo el tema de streaming, era demasiado agotador mentalmente), pero que le encanta estar rodeado de sus amigos más cercanos, en grupos pequeños. Me recarga para la semana. Los pongo al mismo nivel, amigos y familia, porque muchos de los amigos son familia que elegimos en vida, mientras que uno no puede escoger a su madre o hermana (que las mías son geniales, eh).
No me gusta dar las gracias por los bienes materiales, el dinero viene y va. Sí que doy las gracias por los trabajos que tengo, en plural. El de periodista, que todos conocéis, y el de nueve a cinco en Canadá. Justo hoy he tenido una reunión bastante importante que ha salido bastante bien, y os lo cuento para que celebremos juntos. No es trabajo ideal que uno sueña de joven, es simplemente marketing digital en una empresa de tecnología, pero es uno que me permite vivir la vida que tengo, escribir sobre la NBA, poder salir a comer con mi mujer mientras pago la casa, y ahora, pasar mucho tiempo con mi hijo. No pido mucho más.
Doy gracias por el otro trabajo, por el que me seguís todos: el de escribir de la NBA, porque es un lujo más grande que Alaska. No os imagináis lo privilegiado que me siento cuando entro al Scotiabank Arena y veo a LeBron James, o la retirada de camiseta de Vince Carter. O cuando desde mi casa envío el último artículo sobre Tyrese Haliburton, criticando su temporada, la noche que mete 37 puntos. Sé que es una oportunidad por la que miles de personas matarían y mi objetivo ha sido ese, ser consciente de lo excepcional que es poder estar trabajando del que era mi sueño hace tres años. Poder contaros a los que me queréis leer y/o escuchar qué pasó ayer en la NBA, qué puede pasar mañana o por qué los Sixers deberían tankear de una vez por todas.
Doy gracias por la gente que he conocido por el camino del periodismo, los que siguen y los que han dejado una huella, pero ya no están. Los que me han ayudado a ser mejor, y los que me caían tan mal, que me han empujado a ser mejor que ellos. Que el odio y la envidia mueve tanto como el amor, creedme. Si pudiera pedir un deseo, sería mejorar mi networking: se me da fatal, me da pereza y encima, cuando empiezo conversaciones, sueno muy borde y cortante. El big-3 de las cosas que hacer mal para seguir aumentando mi carpeta de clientes. Mi mayor argumento siempre ha sido mi trabajo, mis artículos y no mi capacidad para hacer la pelota a un jefe, eso es cierto, pero nunca iría de más un par de relaciones laborales extra por si acaso.
Por cierto, este fin de semana quiero publicar una newsletter con preguntas y respuestas, por si queréis dejar alguna. Lo podéis hacer en los comentarios de esta entrada, en Twitter o en el último post que hice:
Doy gracias a mi abuelo, en paz descanse, por instalar Vía Digital en mi casa en octubre de 2007. Porque tras años jugando al NBA Live, incluso cuando no tenían los derechos de Michael Jordan, tras muchas horas con los Suns, los Pistons y los Grizzlies de Pau Gasol, el año que empecé a ver NBA en mi casa, los Celtics eran el mejor equipo (y el más hijo de puta). Y 16 temporadas después, por fin he podido celebrar un título con la emoción de ser fan de verdad. Doy gracias por Brad Stevens, Jayson Tatum, Jaylen Brown, Joe Mazzulla, Derrick White, Danny Ainge, Al Horford, Marcus Smart (RIP), Jrue Holiday y Kristaps Porzingis. Hasta por Payton Pritchard, va. Hoy es día de abrirse. ¿Me equivoqué con él? Quizá, nunca lo sabremos.
Doy gracias por la vida que tengo, porque soy bendecido en prácticamente cada aspecto. Porque he podido cumplir primero mis sueños y después, con mi mujer, nuestros sueños. Doy gracias por poder contarlo y que haya gente, 1600 palabras después, leyendo sobre ello. Como premio, un pavo haciendo (intentando) un mate.

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