#75 Popurri NBA: Navidad, audiencias, Jimmy Butler y la vida
Se jugó la jornada de Navidad y la NBA sigue siendo protagonista, aunque la NFL diga lo contrario.

El 25 de diciembre es, para la NBA, una fecha clave en la temporada regular. No sé si la más importante, pero seguro top-3 entre jornadas. Y para muchos de los aficionados, la más atractiva por nombres, equipos y horarios. Son 12 horas casi ininterrumpidas de baloncesto, del mejor baloncesto del mundo aunque Jorge diga lo contrario. Y el de este año fue especial, ahora os cuento por qué. Pero hoy vamos a hablar de lo que hemos aprendido durante la Navidad (y 24 horas después) que no pasó en una pista de baloncesto. Que no tiene que ver incluso con la NBA. Pero hablemos de ello, por favor.
El tamaño importa
La jornada del miércoles fue, nombre por nombre, de lo mejor que hay en la NBA. Estaban LeBron, Curry, Doncic, Jokic, Tatum, Durant, Edwards y hasta Victor Wembanyama. Tenías a los grandes mercados, Nueva York, Los Angeles y San Francisco, pero para nada tenías a los mejores equipos. Lo puse en Twitter el otro día: solo uno de los cinco mejores récords de la NBA jugó (y perdió, los Celtics). Ni Cleveland, ni Oklahoma, Memphis y Houston estaban agendados. Tres de los cinco mejores ataques y solo una defensa top-5, Minnesota. De los 10 equipos, había tantos de play-in (Wolves, Warriors, Spurs) como del top-4 de su conferencia (Knicks, Celtics, Mavs) y otros dos, Suns y Sixers, estaban fuera del top-10. Ganaron ambos, por cierto, a los dos últimos campeones.
Aquí hay dos narrativas muy claras a la hora de entender por qué jugaron los que jugaron y no los que lo merecen de verdad. Memphis, Oklahoma y Milwaukee son tres de los cuatro mercados más pequeños de la NBA. Cleveland es el 18 (de 28) y Houston es el único top-10, pero creo que nadie lo esperaba tan arriba. De todos los que jugaron, nueve están en el top-15 de mercados NBA y el otro es San Antonio (#24) que jugaba realmente para el mercado europeo a mediodía en la Costa Este. El segundo punto es mucho más sencillo, mucho más fácil de entender. Lo podéis comprobar con vuestros colegas que no ven NBA, pero conocen a algún jugador de baloncesto por lo que hayan visto en redes sociales.
Giannis, Shai, Sengun (o quien sea la estrella de Houston) venden mucho menos de lo que siguen arrastrando hoy en día las viejas glorias de la liga. Lo expliqué en el último post, sobre identidad y relevo generacional. Y Donovan Mitchell no está, a nivel marketing, en la misma liga. Es una mierda porque por talento puede colarse All NBA 1st Team pero ESPN no vive del talento, sino de vender el producto. Y nadie, a días de llegar a 2025, lo hace mejor que LeBron, Steph o Durant. Y los datos lo demuestran: el Warriors v Lakers fue el partido más visto de temporada regular desde 2019, antes de la pandemia. Casi 8 millones de personas lo vieron.
De año a año, la jornada de Navidad ha crecido un 84%, con un promedio de +5.25 millones de espectadores solo en Estados Unidos entre los cinco partidos, ABC y ESPN (más plataformas). El duelo del Madison fue el opener de Navidad más visto en 13 años (y +98% con 2023) y el duelo entre Jokic y los Suns ha sido el más visto en la historia de su turno (+161%). Y no solo en televisión, en redes generaron más de 500 millones de visualizaciones, récord histórico de la liga. Porque en 2025 no podemos seguir midiendo el éxito de un programa por su audiencia como si fuera 1961.
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