#122 El arte del traspaso: compra bajo y vende a tu estrella, porque funciona (o no)

Shai Gilgeous-Alexander y Tyrese Haliburton llevaron a sus equipos a las finales tras llegar vía traspaso, en uno donde no eran el principal protagonista.

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El 90% de las plantillas NBA están formadas por jugadores que cumplen uno de estos dos requisitos: o bien han sido drafteados por la franquicia (pick traspasado cuenta), o bien han firmado como agente libre durante el verano o el mercado de buyouts. La mayoría de los jugadores en la NBA se mueven así. Aunque sea el mercado de traspasos uno de los momentos más interesantes del año, por expectativa y posibilidades, la realidad es que en lo que va de agencia libre solo 40 jugadores de la NBA han sido movidos, menos de los novatos que han firmado ya su nuevo contrato tras pasar por el draft. O muchísimo menos de los agentes libres que han decidido renovar o cambiar de equipo este verano, 70 en total. 

Los traspasos tienen grandes nombres, como Kevin Durant (Dillon Brooks y Jalen Green), Desmond Bane o los movidos por Boston, como Kristaps Porzingis y Jrue Holiday, jugadores que no suelen llegar a la agencia libre, pero es el mercado de jugadores libres y la noche del draft la que representan el mayor núcleo. Solo Dallas tenía ocho jugadores en plantilla traspasados (Christie, AD, Gafford, Kyrie, Caleb, Powell, Klay y PJ), más de la mitad, y porque decidieron hacer la mayor estupidez de la historia de la NBA al mover a Luka Doncic apenas dos veranos después de dejar ir a Jalen Brunson gratis. Al contrario, Philadelphia, Denver y Oklahoma solo tienen un jugador que ha llegado vía traspaso: Quentin Grimes, Aaron Gordon y Shai Gilgeous-Alexander, del que quiero hablar hoy. 

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En las últimas finales vimos un precioso duelo, de los mejores que recuerdo, entre dos equipos que casualmente construyeron su equipo alrededor de una superestrella conseguida vía traspaso. Uno, además, donde en teoría el mejor jugador lo enviaban respectivamente Oklahoma en Paul George y los Pacers con Domantas Sabonis. En el caso del lituano, sumaba más win-shares en su carrera en Indianápolis (32.5) que todo el pack que lograron los Pacers, con Hali, Buddy Hield y Tristan Thompson (Jeremy Lamb tenía el segundo mejor win-shares per 48). Shai era todavía más sangrante la diferencia, con Paul George (20.8) sextuplicando el impacto del canadiense en sus equipos vigentes hasta ese fatídico 10 de julio de 2019 en Los Angeles. Las dos mil rondas de draft venían a compensar eso. 

Del traspaso de Indiana y Sacramento se decía que era un win-win, pero con la boca pequeña. Porque mientras los Kings conseguían ser terceros en el Oeste y meterse por fin en playoffs tras dos décadas, Indiana ha jugado ya unas finales de la NBA, otras de conferencia y la final del In-Season Tournament en su primer año. Haliburton se ha convertido en una estrella (sin talón de Aquiles) y los Kings... han vuelto a ser los Kings. Despidieron a Mike Brown, dejaron ir a Fox y han conseguido juntar a los Bulls de 2023 en Sacramento. Uno de los dos quiso dar el paso final con una estrella consagrada como es Sabonis y el otro aprovechó para buy low, pedir en ese movimiento un Haliburton opacado bajo la sombra de Fox. 

El caso de Shai es similar por contexto. Era titular en los Clippers que dejaron salir a Tobias Harris en febrero y que tuvieron a Lou Williams y Danilo Gallinari sus mejores anotadores. Era un prototipo del jugador que ha llegado a ser apartado en un equipo que venía de brillar con la era del Lob City y al que nadie prestaba atención, pero sin ser un pick top-10 (#11, como Hali, #12). Como Indiana unos años atrás, cuando vinieron a preguntar por una de sus estrellas, la respuesta de Oklahoma fue “queremos a ese chico joven que puede que vaya a ser una estrella”. Nadie creía que SGA sería un MVP, MVP de las finales y campeón con 26 años, pero Sam Presti vio algo. Igual que Kevin Pritchard con Haliburton. 

Dos guards que no tuvieron oportunidad de brillar por contexto y al que un traspaso los ha llevado a la élite absoluta, a luchar por el anillo. Uno mejor que el otro, por supuesto, pero solo la lesión de Haliburton en el séptimo desequilibró del todo la balanza. Dos movimientos cuyo seguimiento informativo tuvo su epicentro en otro jugador, que llegaron como parte del traspaso de alguien más, y que se han convertido en la cara de sus franquicias. ¿Por qué los equipos NBA no hacen eso más habitualmente? Porque no se buscan jugadores jóvenes que no hayan podido triunfar por estar en las circunstancias incorrectas en el momento incorrecto. ¿Por qué es más fácil pedir una primera ronda de 2031 que ese jugador que elegiste hace dos años y que no ha salido tan bien como todo el mundo esperaba? 

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