#30 Sobre Caitlin Clark, qué le hace única y el baloncesto
Todos hemos oído hablar de Caitlin Clark la última semana. Ahora hay que evitar dejar de oír hablar de ella.

Este artículo lo dejo gratis que por motivos varios, llevo casi dos semanas sin escribir.
Todos hemos leído alguna vez en redes sociales ese mantra de cuñado de bar basado en la absoluta ignorancia: “el baloncesto femenino es aburrido”. Uno que nace del haber consumido un total de cero minutos del deporte y de alguien a quien, seguramente, no le guste el baloncesto. Todos lo hemos leído porque hay miles en redes sociales, y aplica para casi todos los deportes que practica la mujer. Es más, por desgracia, probablemente conozcamos a alguien que nos lo haya dicho incluso recientemente, lo que nos ha dejado una sensación de decepción o desolación a partes iguales. Porque esa gente existe en el mundo real, son humanos con voz y voto en la sociedad. Gente que para su desgracia, nunca han debido ver jugar a Caitlin Clark.
¿Quién es Caitlin Clark? La historia la sabe casi todo el mundo, pero para los que no, aquí viene rápido: la jugadora de Iowa ha batido todos los récords que os podáis imaginar de anotación en la NCAA femenina y global, hombres y mujeres. Anoche jugó su último partido universitario perdiendo la final del torneo nacional contra South Carolina, la mejor universidad con diferencia. Y su carrera se acaba sin haber conseguido ganar el título, pero con algo más importante en su legado: haber convertido a miles de infieles. Lo decía Dawn Staley, entrenadora rival, tras ganarle la final. “Ha llevado un peso muy grande, el de nuestro deporte” decía. Y es la realidad. En los últimos dos años, sobre todo, el efecto Clark ha superado cualquier otro impacto del baloncesto femenino.
Por encima de Sabrina y su explosión en la WNBA, la mudanza de Breanna Stewart a New York, la dinastía de las Aces o Becky Hammon, A’ja Wilson y cualquier otro nombre. Caitlin ha sido la que ha conseguido que millones de personas enciendan en televisor o busquen un link ilegal para ver a Iowa. Porque han sido las Hawkeyes las que han llenado cada pabellón, batido cada récord de asistencia y espectadores en televisión en un caso de expectación nunca visto. Se han juntado talento, espectáculo, narrativa y resultados en un mismo barco, uno que zarpa rumbo a la WNBA el próximo lunes. Y ahora tocará ver los partidos de Indiana Fever, el equipo que (muy) probablemente elija a Clark con el primer pick del draft. ¿Cuánta gente en Estados Unidos y el planeta entero se hará de las Fever por Clark?
Es más, llevo la pregunta a otro nivel incluso: ¿Cuánta gente ha visto su primer partido de baloncesto femenino por Clark? Y no es ninguna vergüenza. Todos empezamos a consumir algo por un motivo cualquiera, y no suele ser por los Matthew Dellavedovas de la vida. Será comparable a Luka Doncic, que ha traído a miles de seguidores del Real Madrid a la NBA, Victor Wembanyama cuando hizo que los Spurs volvieran a ser el equipo de Francia o a los fans de LeBron James han ido cambiando de equipo como yo de plataforma para escribir. ¿Cuánta gente empezó a ver la NBA por Magic y Bird y se quedó por Jordan? En 20 años podemos estar haciéndonos la misma pregunta con Caitlin Clark y la WNBA, y no, no estoy exagerando. El nivel de la jugadora de Des Moines es ese, y el impacto que genera es comparable.
Porque consigue dos cosas. La primera, ser única en lo suyo. Literalmente está haciendo cosas que no se habían planteado a su edad, nivel competitivo y deporte. Hemos visto grandísimos anotadores y grandísimos pasadores, y Clark seguramente está en el percentil 99 en ambas categorías, pero es el cómo. El triple en transición que Clark tiene como herramienta habitual y no como recurso de emergencia. La naturalización del step-back, o side-step, para deshabilitar defensas. La capacidad de encontrar el pase perfecto, o de montar una transición desde el rebote defensivo en apenas un pase. Y todo lo hace desde la normalidad de su físico, no tan lejano del ciudadano promedio, lo que da una sensación de que se puede reproducir o imitar. Una virtud que tiene Steph Curry (y bien contó en YouTube).
Une cualidades mundanas (triple, pase, IQ...) que no requieren un físico privilegiado y las lleva a la excelencia, hasta cotas nunca vistas. Una mezcla de talento y trabajo, de don innato y fuerza de voluntad. En Reddit leí una descripción exagerada pero que se acerca: “Si Steve Nash y Sue Bird hubieran tenido un hijo que se apareara con el hijo de Nikola Jokic y Sabrina Ionescu” (importante que los jugadores se eligieron por el color de piel). Es todos ellos y también Luka Doncic y Diana Taurasi protestando, es Steph Curry y Arike Ogunbowale en el tiro, es LeBron y Candace Parker dirigiendo a su equipo. O al menos tiene el potencial de ser todos ellos, juntos. Que igual nos estamos flipando, así que hagamos una pausa y pongamos 14 minutos de highlights: su March Madness 2023.
Lo segundo que tiene Clark es la capacidad de abstraer al aficionado. El jueves pasado jugando a fútbol me jodí la rodilla, y mi doctora cree que es el ligamento (hoy lunes tengo más pruebas), pero esta tarde, por dos horas, se me había olvidado por completo. Por dos horas solo podía ver a la #22 corriendo alrededor de la defensa de South Carolina, buscando un hueco mínimo para lanzar un triple de nueve metros. Uno que no tiene nada que envidiar al rango de Steph Curry mientras roza el 38% con 13.7 (!!!) triples intentados por noche. Nadie nunca ha lanzado tantos triples en la NBA, donde por cierto se juegan ocho minutos más de partido. Solo Harden en 2019 superó los 13 por noche y lo hizo con un 36.8%, ambas cifras inferiores a Clark — pero este no es el punto.
Te atrae, te arrastra, y no te deja ir. Cuando Clark juega, uno vive en el constante miedo de que algo nunca visto puede suceder y que no quieres perdértelo, porque genios como este hay muy pocos y son efímeros. Es como ver a Jokic, Doncic, Curry o Durant, jugadores especiales que flotan en la pista. Es Mahomes, Phelps. Es Bolt entre 2008 y 2010. Es arte y Clark una artista revolucionaria cuyo lienzo es una pista de baloncesto y el pincel es el nexo entre su mano derecha y el balón. Trasciende el deporte para llevarlo a cuestiones sociales, culturales y casi raciales (véase aquí el debate Angel Reese). Incluso en la derrota Clark sale reforzada, no como ganadora sino como leyenda que afianza su legado. “Eres una de las GOATs de nuestro deporte” le decía Staley tras batirle. Y si bien es pronto para ese debate, se abrirá más pronto que tarde.
Aquí es cuando la prensa juega un papel clave. Porque lo decía Isis Young la semana pasada: "Es una oportunidad perfecta para convertir el momento en un movimiento". Y no hay manera mejor de describir la situación del deporte de la pelota naranja jugado por mujeres: un movimiento que hay que evitar que vuelva a caer en el olvido del aficionado común. ¿Quiénes son los encargados de hacerlo? Nosotros, los periodistas. Los medios de comunicación, prensa, influencers, canales de YouTube. Los que vivimos de contar historias y nos hemos subido a la ola no podemos bajarnos cuando Clark desaparezca. El baloncesto femenino sigue siendo baloncesto los 365 días del año, no solo cuando pasa algo único. No vale con un tweet cuando Sabrina Ionescu se juegue la corona del triple contra Steph.
Y mucho menos hacerlo desde la condescendencia, sorpresa y estupefacción de que algo insólito ha pasado en el baloncesto femenino y no nos lo podemos creer. Por el amor de Dios, Malachi Flynn metió 50 puntos en la NBA, eso sí es extraño, y no Sabrina metiendo 37 triples. Creedme cuando os digo que las mujeres, en menos de 30 años de profesionalismo en Estados Unidos, están en un punto mucho más avanzado que la NBA en 1977, por comparar líneas temporales paralelas.
Y por último, vengo a traer una pregunta cuya duda me mantiene en vela muchas noches. ¿Por qué la gente no ve baloncesto femenino pero sí un trepidante Detroit Pistons contra Portland Trail Blazers con 13 jugadores combinados en el injury report? En serio eso es mejor que ver a Clark, o a Paige Bueckers, Angel Reese, JuJu Watkins, Aaliyah Edwards, Cameron Brink, Kamilla Cardoso y muchas más. O cualquier estrella de la WNBA o del baloncesto europeo. Lo que queremos es ver el mejor baloncesto posible, competición al máximo nivel. Me da igual raza, color, sexo o liga. Y mi humilde recomendación es que empecéis a verlo porque el baloncesto femenino ha venido para quedarse. Como en 1980 la NBA.
¿Os acordáis de qué fue lo que os hizo aficionaros a la NBA? ¿Qué jugador os impactó tanto que os hicisteis fan de un equipo? Os invito a que dejéis un comentario con la respuesta si habéis llegado hasta aquí.
#SPAM | El contenido de la semana:
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Y leed a Kike García en NBA con Contexto, Sergio Rabinal en su Sergio Rabinal y a los chicos de Draft Lab que esta noche se acaba el March Madness.